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Divisionismo y Futurismo en la Fundación Mapfre

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Autorretrato de Boccioni

Una excelente exposición sobre el nacimiento de la vanguardia futurista italiana.

A veces ocurre, durante el paseo por una exposición, que los cuadros se agazapan, ofrecen una mirada (pues sí, también los cuadros miran) huida y humilde. Otros más rozagantes se ofrecen, plenos de brillos. Ocurre a veces, con un pequeño formato, una oscuridad inesperada, uno de esos espacios sin pintar de Cezánne, un verde impropio en un rostro, como el de la esposa de Matisse. Luego, pues tengo esa costumbre, paseo sin demasiados objetivos (tal vez volver a mirar un gozne, una falta de ortografía, una suciedad…) y es ahí donde estos cuadros como gacelas se muestran, como si chistaran. Por eso a veces se rectifica el paso, absorbido por algo que antes no habíamos visto. Lo que voy a escribir ahora es seguramente algo ya dicho, pero es la reflexión que me ha acompañado en buena parte del recorrido de la extraordinaria exposición “Divisionismo y Futurismo, arte italiano hacia la modernidad”.

De entrada, es una magnífica exposición, que traza el camino de la independencia del pintor hasta llegar a las vanguardias, en este caso la más italiana. Se puede ver incluso la trayectoria de algunos pintores específicamente, como en el caso del gran Balla, que renuncia a sus cuadros “pasadistas” para abrazar con armas y bagajes el Futurismo , al punto de cambiar su firma por la de Futur Balla.

El divisionismo es una corriente gemela, aunque basada en otros principios, del puntillismo. Exige, como en éste, el esfuerzo del espectador para componer la imagenes. En el caso del divisionismo, se produce una separación óptica de los colores (es decir, basada en la luz) que hace que se mezclen en el ojo, no el en el lienzo. Es decir, la paleta se vuelve menos rica y en ocasiones se renuncia al gran adelanto técnico del óleo, la veladura. Y eso provoca que la pasta de la pincelada adquiera un protagonismo mucho mayor, al punto de que en algún cuadro (como el expuesto de Cesare Maggi) es la propia dimensión, el cuerpo de la pincelada y su dirección, lo que compone el volumen y la forma.

La operación (que ya puede observarse en Van Gogh, por ejemplo en su famoso autorretrato)

By Vincent van Gogh - [1], see too Musée d'Orsay, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=229467

By Vincent van Gogh – [1], see too Musée d’Orsay, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=229467

hace que el andamiaje se muestre: la carne de la pintura pierde esa opalina piel de la técnica tradicional. Y no es pequeño paso, puesto que de un modo sutil se impone la línea al color, como un palimpsesto o una malla. Si pasean ustedes por la exposición observarán varias obras al pastel, materia que se lleva mejor con el trazo sucio, la línea y el dinamismo de esta. Lo casi simbólico en Previati, cuyas líneas empastadas hilan el sueño además de la mirada. Lo sólido de Boccioni, un maravillosos pintor. La sabiduría de Segantini. Naturalmente esto convive con obras de factura más tradicional (de Boccioni, sin ir más lejos), pero el camino evolutivo hacia el futurismo esta maravillosamente comisiarado por Fernando Mazzoca y Beatrice Avanzi.

La idea de división es también social, casi podría considerarse como una escisión entre lo viejo y lo nuevo, lo industrial y deshumanizado y lo pastoril y tradicional. Y el futurismo bebe precisamente de esa fractura, de esa capacidad de expresar lo dinámico, lo que está en construcción, la incorrección. La pintura social que lo precede, con el nacimiento en toda Europa de una tensión (ese fantasma que la recorre) de lucha de clases, es la excusa y basamento, pero también la muestra de que el Arte clásico no es que no pueda expresar lo desigual (hay cuadros en la propia exposición que así lo dejan ver): es que necesariamente la realidad se multiplica en facetas con la aceleración de la Historia.

Y así, esa inocente descomposición del color en sus luces, esa presencia arrogante de la pincelada, la irrupción de la línea sucia y la eclosión del dinamismo de la imagen, de la simultaneidad cubista, se ajustan a esos otros cortes, a lo que antes no recibía luz hasta que Balzac redescubre lo oculto. Simplicissimus, si lo piensan, y fascinante.

 

  • Título: Del Divisionismo al Futurismo, arte italiano hacia la modernidad.
  • Sede: Fundación Mapfre, Paseo de recoletos 23. Madrid

Fechas: 17 de febrero a 15 de junio 2016.