El ritmo que la distancia marca. Las versografías combinan tipografía y poesía.
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La asombrosa humildad

Vano en la roca en la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, en Olleros de Pisuerga
Ciertas flores se conforman con la levedad del pétalo porque saben que nada en la acumulación o en el ornato las hará más grandes. Las malas hierbas solo lo son porque asignamos el adjetivo: se interponen en nuestros planes tan solo estando ahí. Hay una incomodidad en la presencia humilde: los pequeños guijarros en algunas playas, aun fuertes pero tal vez desolados si no vuelven al mar.
Ciertos días hacen flor en los días. Señalan con su estambre breve aquello en lo que deberíamos fijarnos, pero, acostumbrados al dictado de la prisa, del ensimismamiento, no llegamos a verlo. La caricia inesperada de la brisa al doblar una esquina, el transeúnte que aparecerá en nuestro sueño de la noche, un andar ligeramente indeciso ante los espejos…
Lo pequeño se hace enorme cuando nos fijamos. Y así, coleccionado lo vivido en minutos exactos, podemos dibujar un mapa de la vida y observar la asombrosa precisión de los caminos que el destino ha ido eligiendo. La rodera guía inconclusa, la sospecha del recodo (la curva en el camino de Cezanne), la presencia de la maleza en el costado del andar: la mirada que se hurta es la que tirará del hilo de nuestra perdición.
Dijo el viejo narrador: al perder una pestaña, seca por su dureza, el emperador perdió también el trono.
Rituales de escritura
Tras más de veinte años como escritor, he desarrollado una serie de fijaciones y rituales al componer una novela o un poema. No son las mismas para cada ocasión, pero comparten algunas características.
Por ejemplo , tengo que «cocinar» , algunas veces durante años, el tono y el color del lenguaje, porque es muy importante para mí que coincida exactamente con la trama y las palabras. Por lo tanto , la trama se retorcerá cuanto sea necesario para encajar con la voz o voces seleccionadas . Bastante inusual , lo sé.
Me han dicho, algunas veces, que es el lenguaje en sí mismo lo que impulsa mis historias. Esto probablemente es una exageración, pero muestra cómo una novela tiene que tener su propia vida interior antes de que pueda ser escrita y cómo se requiere un gran esfuerzo para entender cómo y cuándo revelar información.
La poesía es otra cosa. Es más parecida a la pintura que a escribir. Así , la composición , la armonía , la profundidad y la estructura se vuelven aun más importantes , y por supuesto una fuerte determinación para dar rienda suelta al yo poético. En cierto modo , es más una cuestión de porosidad, y no un conjunto de decisiones estratégicas. Así que tengo que esperar y dejar que mi mente investigue matrimonios extraños entre las palabras o conceptos inesperados.
No quiero decir que la poesía sea pasiva: demanda sudor, puesta a punto y un amor por las palabras que en realidad es una obsesión.
Pensándolo otra vez, estas ideas pueden ser consideradas como una parte de mi dogma personal. Los rituales son esas otras pequeñas cosas que haces antes de empezar a pensar o escribir: el paseo ceremonial por el bosque, la observación de las tormentas o el recuento distraído (pero efectivo de una manera sutil) de peatones .