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El diablo cojuelo

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En la costumbre, cada vez más arraigada, de mirar a lo Alto, encuentro a veces señales que es difícil no ver. Los caminos de aviones indecisos, grullas volando a ras de los cables y el temor, extrañas formas de las nubes: hongos, semblantes, declaraciones, un pensamiento.

El arma del diablo es la pluma, y perdición su curiosidad. Levanta los tejados para dejarnos expuestos o darnos la oportunidad de mostrarnos a otros. Pero la decisión la deja para nosotros. Si escribir en el agua es efímero (pero también ambicioso y atrevido), mostrar el útil en el cielo es arrogante e igualmente fugaz.

Pero la duda asalta: es herramienta del mal, de la ficción que nos aleja o tal vez el Ángel…

Héctica

Los días fríos enseñan una rectitud de rascacielos, como si no nos quedara más remedio que tratar de elevarnos para buscar el aire caliente. Todas las horas tienen aristas, y cada paso es doblar una esquina de minutos. Pero más extraños son los días en los que el calor aplasta la distancia: el día se consume en fiebre y las noches son tan claras que, en la ciudad, tenemos la impresión de poder ver más allá del quicio de la ventana, incluso más allá de la ilusión del secreto que los habitantes parecen guardar.

Y así, es la noche y su sigilo la que construye la luz de mañana: como si tuviéramos que repensar la vida que nos espera habiendo olvidado la que tuvimos. Cada día un dejarse en el olvido y cada noche reconstruirse en el futuro. No es mala combinación si no sueñas de día: entonces, la fiebre quemará también tu pensar de la noche.

La infancia sin consuelo

Pecios urbanos. Miguel Ángel Serrano

Niega la memoria consentida o hace borrosas las vivencias: tapia balcones y cuando no puede ocultarse (como al hablar de una infancia maldita) deslíe y desune hasta que ya no hay historia. Pero hablar de las habitaciones y de lo que pasó en ellas es horadar el miedo o convocarlo: cuando han perdido la protección del muro se convierten en amenaza.

De lo que pasaba hablaban dos caminantes hasta sumirse en el propio recuerdo: al ver las reliquias del color, los azulejos desasidos, el añil ahora impuro, los huecos que tal vez comuniquen (y eso sería…) o la valla de alambre desganado.

Y pensando en un tiempo circular, el futuro se volvía volverá borroso o puro, y mostrará un tiempo vivido por vivir: pues tal vez no elegimos bien, o éste era todo el bien que nos cabía corriendo como niños asustados.